¿Sabías que hay un smartphone de 2.000 euros que acaba de convertirse en un bonito pisapapeles?¿Por qué ya no se ve Netflix en mi televisión? ¿Cómo es posible que Microsoft vaya a obligar a millones de personas a comprar un nuevo ordenador? ¿Cuándo caduca la pantalla de un Tesla? ¿De verdad Apple ahora se ha vuelto buena y el iPhone 16 es tan fácil de reparar como dice todo el mundo?
Déjame que te explique a continuación cómo la tecnología está pasando poco a poco de una obsolescencia planificada a una disimulada por culpa del cáncer de las actualizaciones. Puedes leer este artículo o bien disfrutarlo en formato vídeo:
Es una vergüenza y un chantaje: es posible que tu producto siga funcionando, sí, pero atrapado en un limbo repleto de amenazas y desventajas si decides no comprar el nuevo modelo. Y eso, en el mejor de los casos. Porque de lo contrario, te puede pasar lo que le ha ocurrido a mi televisión: una Sony Bravia que compré hace unos siete años (y que te muestro en el vídeo).
¿Por qué Netflix ya no se ve en mi televisión?
Preciosa, diseño moderno, con la imagen y el sonido aún funcionando sin problema. Aunque la navegación por el sistema operativo se ha vuelto extremadamente lenta, me sirve todavía para ver canales de televisión y Youtube. Ningún motivo tengo para tirarla. Pero, por algún motivo, desde marzo de 2024 no puedo acceder a Netflix tal y como venía haciendo desde que la compré.
Me puse a investigar y, efectivamente, Netflix había lanzado una actualización que inutilizó la app de todas estas televisiones. Y se trata de la tercera vez que Netflix lanza una actualización así, porque ya lo hizo en 2019 y 2023 alegando “limitaciones técnicas”, como si las películas, de repente, fuesen a ser emitidas sólo a 16k o algo así. ¿Está Netflix compinchada con los fabricantes de televisiones? Parece poco probable, pero ¿por qué han tenido que deshabilitar la aplicación por completo? ¿por qué Sony no me ofrece una solución? ¿Por qué me siento como si fuera un revolucionario al pretender que mi televisión dure más de siete años?
Porque ese es el mundo en el que vivimos: uno en el que nuestra generación de basura electrónica está aumentando cinco veces más rápido que su reciclaje. Generamos tanta basura electrónica, tantos pisapapeles, que podríamos llenar un millón y medio de camiones que, puestos en fila, darían la vuelta al mundo por el Ecuador.
Presta atención, es para echarse a llorar lo de esta noticia: “Adiós a la obsolescencia programada: Samsung garantiza 7 años de vida a tus Smart TV”. ¿Perdona? No sé si me he vuelto loco, pero ¿en qué momento los consumidores aceptamos como algo normal tener que comprarnos una televisión nueva como si fuera unas botas o un abrigo? Sony dejó de vender las famosas Trinitron en el 2008. Se calcula que, como mínimo, el tubo CTR duraba 20 años. Y Samsung pretende ahora que les demos las gracias por aguantar siete años.
Hablando de Samsung, este mes la compañía ha anunciado que deja de ofrecer actualizaciones para este teléfono plegable de 2.000 euros que lanzó durante la pandemia de COVID: el Z Fold 2:
“Esta decisión marca el final del soporte oficial, y sus usuarios quedan ahora ante un escenario complicado (…) la falta de nuevas versiones de Android y actualizaciones de seguridad significa que los usuarios quedarán con un dispositivo funcional, pero vulnerable”.
Este teléfono, del que Xataka publicó una review hace tan sólo dos años, es un octa core con 12 gigas de RAM y ningún motivo para ser un pisapapeles más allá de que Android ya no va a actualizarse.
Para quienes no lo sepan, Google es la empresa que lanza las versiones de Android, que luego Samsung, Xiaomi, Oppo y compañía se encargan de adaptar para sus teléfonos. Que nadie se confunda: que el Galaxy Z Fold 2 deje de tener actualizaciones y se convierta en un pisapapeles es responsabilidad exclusiva de Samsung. Se calcula que de media, las marcas de telefonía ofrecen unos cuatro años de actualizaciones del sistema operativo.
La obsesión de Microsoft con Windows 11
También hace poco, Microsoft ha decidido que se acabó, que hay que pasarse a Windows 11 sí o sí. Después de años de insistencia (y de recurrir a trampas y patrones oscuros para confundir al usuario que te comenté en este vídeo), Microsoft ha decidido dejar a Windows 10 sin actualizaciones de seguridad y, con el tiempo, abandonado solo en un rincón, pues los programas poco a poco pasarán a ser sólo compatibles con Windows 11. ¿Y cuál es el problema? El problema es que si tu ordenador no es compatible con Windows 11, te toca comprarte uno nuevo.
En este artículo de ZDnet leemos dos estimaciones del número de ordenadores que no pueden pasarse a Windows 11: 240 millones y 400 millones. Uno de los modelos, por cierto, es el Microsoft Surface, lanzado hace siete años.
Microsoft, la compañía que en 2015 nos dijo que Windows 10 sería “la última versión de Windows” está ahora empeñada en que usemos Windows 11 porque ese es el sistema operativo que más y mejor fomenta la publicidad invasiva y la integración de Windows con otros elementos del ecosistema Microsoft, como XBOX, el navegador Edge y, sobre todo, la golosina de moda: la inteligencia artificial.
Microsoft lleva gastados casi 20.000 millones de dólares en Copilot, ChatGPT o Recall, una función que, literalmente, tomará capturas de pantalla de absolutamente todo lo que hagas para, dicen, hacerte la vida más fácil, y que la compañía ya ha dicho que NO podrás desinstalar de Windows 11.
Hablando de IA, ¿sabes qué modelos de iPhone no serán compatibles con la nueva Apple Intelligence? Pues todos, salvo el iPhone 16 y los 15 Pro (los caros, vaya).
Marketing & obsolescencia
¿Te das cuenta? El marketing y la obsolescencia son dos venenos que siempre van de la mano: siempre hay una golosina nueva, un excusa que nos haga querer dar el salto y comprar un nuevo modelo de lo que sea que además de supuestamente mejorar nuestra vida nos dará un subidón de estatus frente a los demás.
Yo llevo viéndolo desde que nací: ¡Televisión con teletexto! Con sonido Dolby ¡Con 100 HERZIOS! Teléfono con radio FM, pantalla LCD, HD Ready, Full HD, 4K, 8K, luz trasera, televisión con inteligencia artificial… Sí, sin duda, algunos de estos avances son interesantes, pero muchos son simples tonterías que buscan que sustituyamos productos que funcionan perfectamente.
Y te estoy mirando a ti, Tesla. Porque no puede ser que toda la información importante de un coche pase a depender de una pantalla electrónica, y que esta tenga una vida estimada de cinco años (dicho por los propios directivos de Tesla en una carta dirigida a las autoridades de Estados Unidos).
Y hay más.
En Noruega, el país del mundo con más Teslas per cápita, la compañía ha sido condenada a pagar miles de euros en compensación tras perder dos juicios de los que prácticamente ningún medio de comunicación ha hablado: con la excusa de prolongar la vida útil de la batería de los coches, Tesla lanzó en 2019 una actualización en varios modelos que tuvo dos consecuencias: ralentizó la velocidad de carga y redujo la autonomía. “en los casos más extremos, algunos coches perdieron hasta un 11 por ciento de su autonomía (unos 48 kilómetros) en cuestión de 5 semanas”.
Tesla es sólo un ejemplo más de todos esos productos que, como cafeteras o relojes, han cambiado su mecánica prometiéndonos un sinfín de beneficios que harán de nuestra vida un todo más completo, digno y satisfactorio, hasta que se conviertan en pisapapeles y tengamos que pasar por caja. Con la nueva ley de la Unión Europea, las marcas ahora están obligadas a tres años de garantía. Lo siento, pero me sigue pareciendo una vergüenza que pretendan que me compre una cafetera nueva cada tres años. De hecho, yo sigo usando una cafetera italiana de toda la vida: llámame loco, pero me sabe mejor que la de cápsulas.
Digitalizarlo todo tiene sus consecuencias, y el escándalo de los tractores John Deere quizás sea el máximo exponente (o el más loco) de este fenómeno. Cuando en 2015 los agricultores de Estados Unidos descubrieron que no podían reparar por sí mismos sus tractores por culpa de un software propietario que bloqueaba el sistema, un grupo de hackers ucranianos acudieron al rescate haciendo un jailbreak. Ahora, además de poder reparar los tractores (y de poder jugar a DOOM en ellos, no es broma), la marca se ha echado para atrás, permitiendo que los granjeros puedan llevar sus tractores al taller que deseen.
En un artículo del Washington Post sobre la corta vida de esos frigoríficos en los que, por fin, podemos ver las fotos de las vacaciones en una pantalla, este experto nos da la clave: “Ahora hay una integración digital en los motores frente a los motores estrictamente mecánicos. Y así, con un montón de cosas que se orientan más hacia lo digital, ese tipo de componentes son más propensos a fallar que algo que es analógico y mecánico”.
La paradoja última de la llamada SMART HOME es que nos está volviendo tontos. ¿Te gusta usar Alexa? Pues ya mismo será de pago. Pero eh, ahora viene con IA. Estamos llenando la casa de bombillas inteligentes y asistentes que, cada x tiempo, van a dejar de funcionar por culpa de una actualización o un fallo en su mecanismo mucho más complejo. Pero a los medios no les gusta hablar de esto.
De lo que sí han hablado y mucho los medios es de lo fácil que es reparar el nuevo iPhone 16. Pero antes de eso, tenemos que hacer una pausa para entregar el galardón PISAPAPELES DEL AÑO, que ha ido a parar, por supuesto, al Car Thing de Spotify. ¿No sabes lo que es? Al parecer, no estás solo, porque se han vendido poquísimos y Spotify ha perdido más de 30 millones de dólares con el invento, que básicamente es una pantallita que te permitía usar Spotify en el coche. Este año, Spotify anunció no sólo que dejaba de vender la cosa, sino que en diciembre dejaría de funcionar, y que todos los que hubiesen pagado los 100 euros que costaba lo mejor que podían hacer era resetearlo de fábrica y tirarlo a la basura. Sin reembolsos. A la gente, claro, esto no le hizo gracia y les presentaron una demanda colectiva. Spotify entonces reculó y decidió devolverle el dinero a todos los que pudieran demostrar haber comprado el Car Thing.
Y aquí hay una lección muy valiosa que aprender: a veces, si nos organizamos, podemos conseguir cambiar algo. Le pasó a Apple en 2017, cuando tuvo que pedir perdón “por ralentizar los iPhone «viejos» de forma deliberada” después de que les presentaran demandas por ello en Estados Unidos, Israel y Francia.
Apple y su odio por las reparaciones
Apple, la compañía que en 2009 inventó una nueva forma de tornillos para que nadie pudiera abrir sus productos y que en 2016 decidió soldar a la placa base componentes como la memoria o los discos duros para que así no pudieras cambiar o mejorar tu macbook; la compañía que en 2018 fue multada (junto a Samsung) por “obligar a los consumidores a descargar actualizaciones en sus teléfonos móviles que causaron graves disfunciones y redujeron significativamente su funcionamiento”, y la compañía que, dicho por su propio CEO en una simpática cartita dirigida a los inversores, culpó en 2019 la bajada de ventas del iPhone al hecho de que los usuarios podían reparar sus teléfonos. Esa Apple ahora ha lanzado un teléfono que, según han cacareado todos los medios, es más fácil de reparar. ¿Sí, de verdad?
Antes de ver si esto es cierto, déjame enseñarte algo que guardo como oro en paño, y sin un rasguño, mi primer smartphone, un Galaxy Ace Plus del año 2012 (te lo muestro en el vídeo). Un teléfono en el que cambiar la batería era tan simple que en la tapa había incluso un abrefácil. Sólo había que comprar una batería original Samsung nueva en cualquier tienda de telefonía, hacer así, abrir, cambiar batería, cerrar y listo.
Si los medios están alabando ahora la reparabilidad del iPhone 16 es porque Apple ha inventado un nuevo tipo de pegamento para la batería: ¡mira que bien, ahora sólo hace falta aplicar una pequeña descarga para poder sacarla! Eso sí, buena suerte intentando comprar una batería original de Apple en su web, porque no las venden.
Y en cuanto al resto de componentes del iPhone 16, la cosa se complica. ¿Sabes cuando vuelves de fiesta después de haber estado toda la noche usando zapatos apretados y te quitas los zapatos y qué maravilla, ahora el pie está tan feliz como lo estaba antes de que te pusieras esos zapatos, pero lo tienes lleno de heridas? Pues eso es lo que está pasando con la política de reparaciones de Apple.
Antes de la pandemia, más o menos por la época en la que el CEO envió la simpática cartita a los inversores en la que criticaba las reparaciones, Apple lanzó el part pairing, o emparejado de partes. Desde ese momento, elementos clave del iPhone como la pantalla o las cámaras cuentan con una especie de matrícula o número de serie que hace imposible poderlos sustituir sin convertir el iPhone en un pisapapeles.
La novedad con el iPhone16 es que el usuario podrá usar una app para asignarle a los nuevos elementos el mismo número de serie para que el teléfono no los bloquee. Pero estos elementos deben ser originales de Apple y, de nuevo,Apple no los vende, por lo que tendrán que venir de otros teléfonos Apple.
Que es posible hacer las cosas de forma más sencilla lo demuestra, por ejemplo, el Fairphone, un teléfono que no tiene ningún componente pegado y que se puede desmontar por completo con un destornillador normal. Por curiosidad he abierto mi teléfono actual para echar un vistazo y mira, nada que ver. De hecho, ni siqueira puedo ver la batería. Con el Fairphone puedes comprar absolutamente todos los componentes en su página web. ¿Se te ha roto el puerto USB-C? Pues lo compras por 20 euros.
Hablando de puertos USB-C, ¿te acuerdas de la maravillosa noticia de que los iPhone ahora vendrían con USB-C, no? Bueno, pues es que Apple estuvo OBLIGADA A hacerlo por mandato de la Unión Europea. Y lo mismo está pasando ahora: si el iPhone16 es más fácil de reparar simplemente es porque están surgiendo más leyes, como la del derecho a reparar de la Unión Europea, en vigor desde agosto de 2024, o la que entra en vigor el 1 de enero de 2025 en Oregon que obliga a que “las herramientas, documentos y piezas de reparación sean de libre acceso y no sólo estén restringidos a los talleres de reparación autorizados”.
Apple, por supuesto, lo que pretende es que te compres un nuevo teléfono o que pagues la suscripción mensual del AppleCare+, el servicio oficial que se encarga de todas las reparaciones (si no la tienes, la broma te costará varios cientos de euros). Por si alguien tenía alguna duda, cuando llamas al teléfono de asistencia técnica te ofrecen venderte un iPhone nuevo con descuento si entregas el viejo.
Echa un vistazo a este gráfico de aquí arriba sobre la evolución de las fuentes de ingresos de Apple porque hay un dato que me parece interesantísimo. ¿Eres capaz de verlo? Todos sabemos que el iPhone es su gallina de los huevos de oro número uno. Pero, ¿cuál es la segunda? Hace diez años, eran los MacBook Pros, pero ahora es la venta de servicios.
Y esto incluye suscripciones de vídeo, música y suscripciones de la tienda Apple y del servicio técnico. ¿Y si el futuro de Apple depende cada vez menos de la venta de teléfonos y más de las suscripciones mensuales? Tendría sentido porque, como te comenté en este vídeo sobre el terrorífico presente y futuro de las suscripciones, pronto habrá que pagar cuota mensual casi hasta por ir al cuarto de baño. Cuidado con eso.